domingo, 26 de febrero de 2012






Siempre fui un enigma


que nadie pudo entender...




Romeo Santos

jueves, 16 de febrero de 2012

jueves, 2 de febrero de 2012

La Despedida...

Una vez más dejan de ser dos, para ser sólo uno, en un fuerte e interminable abrazo. En el último abrazo…
Deseas con todo tu corazón tener la capacidad de frenar el tiempo, de hacer eterno ese momento, de evitar aquello que está por venir. Pero no puedes…
Lentamente se aparta de tu lado para besarte. El beso de despedida… el beso más dulce y doloroso que tus labios alguna vez pudieron probar.
Se miran a los ojos y se despiden, mientras en tu interior guardas algunas de las palabras que desearías decirle.
Él agarra sus cosas, te vuelve a besar, y se va…
Una fuerte punzada empieza a aparecer en tu pecho, dificultándote el poder respirar.
Aunque estés plantada firmemente sobre el piso, sientes como toda la tierra se derrumba bajo tus pies. Lo único que mantenía unido tu mundo se marcha frente a tus ojos, y en su valija, tu corazón…
El dolor va aumentando y se traslada hasta tu garganta, dejándote por fin, sin aire alguno.
Tus ojos comienzan a llenarse de agua salada, pero no te permites llorar… no aún.
Cierras los puños fuertemente, y tu cuerpo empieza a temblar.
Cada vez te cuesta más contener aquel dolor agonizante…
De pronto, lo ves darse vuelta para volver a saludarte, pero esta vez con un movimiento de su mano, ya estando lejos… demasiado lejos…
Tú le contestas el saludo y le sonríes, transmitiéndole confianza y felicidad, mientras por dentro te ahogas cada vez más…
Ignorando lo que sientes en tu interior, te devuelve la sonrisa, contento y orgulloso de tu apoyo.
Finalmente, lo ves partir…
Aunque quieras, no puedes moverte. Sigues allí, firme, con la mirada perdida en el vacío.
Sin reaccionar, sin pestañear, sin sentir a tu corazón latir…
Simplemente sigues allí, viendo a tu medio todo irse... a esa mitad que te complementa subida en un avión con un destino muy lejano a cualquier alcance de locura o intento de ir a verlo… Duele…
Pierdes noción del tiempo, del espacio, de la gente apresurada que pasa al lado tuyo.
El mundo se quedó quito... TU mundo se quedó quieto.
Del único movimiento del cual eres consciente, es el de las lágrimas recorriendo tus mejillas y dejando sus huellas en el piso.
Sólo te queda el vacío. Un vacío que pesa demasiado…
Pero no estás sola. Siempre te acompañarán aquellas palabras que tus labios jamás se animaron a decir..: No te vayas…
No me dejes…